Tal y como hago siempre, cada último día del año, me gusta traer por aquí un pequeño balance de lo que ha significado para mí el presente año. Es una entrada mucho más personal que lo que suelo publicar, por lo que redactarla se me hace más complicado y no voy a entrar en demasiados detalles, pero es algo que me gusta hacer porque, así cada año, puedo leerlas y volver a recordarlos.
Este 2019 ha sido un año llenísimo de emociones; la primera mitad del año, especialmente de marzo a junio, fueron meses durísimos de preparación para las oposiciones. Fue un tiempo en el que tuve que renunciar a casi toda mi vida social y (a veces) familiar para poder estudiar y aprobar un proceso que, ya de por sí, es muy injusto y subjetivo.
Durante este tiempo, tuve muchísimos días de agobio, de bajón, de sentirme incapaz, de ponerme a llorar y querer abandonar... Pero tengo la suerte de contar con personas que, en estos meses en los que apenas pude dedicarles tiempo, estuvieron ahí constantemente, animándome, haciéndome ver que, solo viendo todo lo que me estaba esforzando, eso ya me convertía en una persona valiente y de la que estar orgullosa, y no sabéis cuánto significó para mí todo ese apoyo.
Al final llegó el día de los primeros exámenes, justo un día antes de mi cumpleaños; y aprobé. Aprobé con buena nota y me sentí orgullosísima de mí misma, así que me dí unos días para descansar hasta que volvió de nuevo el mayor agobio que había sufrido en todo el proceso: preparar la segunda fase a contrareloj, porque me avisaron dos días antes de mi fecha de exposición.
Pero al final todo pasó, aprobé de nuevo, y aunque el proceso, como dije, es muy injusto y sigo sin trabajar de ello a pesar de mi nota, me di un mes de agosto de vacaciones como nunca antes. ¡Me lo merecía! Así que me fui dos semanas de vacaciones con mi novio al norte de España y lo disfruté a más no poder. Y pocos días después de volver, salí de vacaciones con mi familia otra semana más. Lo pasé increíble.
Pasado todo esto, de septiembre a diciembre todo ha ido más calmado. Han sido meses de descansar el cerebro, de desconectar, de dedicármelos a mis cosas mientras sigo trabajando en las tardes. Pero de descanso al fin y al cabo, meses tranquilos en los que ya me estoy preparando para comenzar a tope el nuevo año.
Así que, después de toda la chapa que os he soltado, puedo decir que, a grandes rasgos, 2019 ha sido un buen año. He pasado momentos malos, pero todos han sido para dar como resultado un buen aprobado en un proceso muy complicado en el que muchos luchamos para conseguir el trabajo de nuestros sueños, y eso compensa, porque toda esta lucha dará sus frutos en algún momento.
El 2020 lo recibo con los brazos bien abiertos, me esperan ciertas cosillas y eventos a los que les tengo muchas ganas, así que espero que, a finales de ese año, pueda decir también que fue bueno, ¡porque es con lo hay que quedarse!
¡Que tengáis un feliz año 2020!